Uno de los signos que identifican al ser humano como tal es la facultad que éste tiene para conocer su mundo circundante y al mismo tiempo cuestionarlo y hallar correspondencia o contradicción entre las cosas que conoce, facultad que se le llama razón. Gracias a ésta también puede el ser humano encontrar en cierta medida la causa de los fenómenos que le circundan y examinar estos con todos los sentidos. Al mismo tiempo, ayuda al ser humano en la lucha por la existencia, ya que puede ordenar su entorno en sistemas y así dominar la naturaleza y adaptar la misma según sus necesidades. La razón, este dote del ser humano, está abierto igualmente para poner al ser humano en un sistema y ordenarlo para así examinarlo, y crear clasificaciones para luego hacer un objeto de éste y en el peor de los casos usarlo como medio para fines que otros seres humanos se tracen.
Unos de los ejemplos de cómo la razón se aplica al ser humano para reducirlo a simple objeto es la biología racial, un fenómeno que tuvo su auge a principios del siglo pasado, aunque sus raíces se remontan a la época de la expansión del sistema colonial, el Iluminismo y la Revolución Francesa. Momentos históricos que sirvieron para trasladar a la razón de su lugar natural al pedestal en donde se le daría la condición de dios incuestionable. El problema principal de la razón no está en que sea mala o buena en sí, claramente es la razón buena en sí, el problema mas bien radica en el uso que se da a ella.
Uno puede preguntarse qué es la biología racial y que relación tiene con la razón. Para empezar tomemos la relación que tiene con la razón, no es difícil explicar esto pues los que se dedicaron a conformar esto que tratemos llamarle ciencia eran conocidos racionalistas, pensadores, filósofos, investigadores y científicos. Biología racial es aquellas teorías y especulaciones que crean divisiones del ser humano a partir de sus características físicas, como por ejemplo el color de la piel, la forma de la cara, el pelo etc, y así agruparlos en distintas eso que se denomina razas humanas. De de estos grupos o denominaciones raciales devienen comparaciones que conllevan a la especulación de que por ejemplo cierto grupo racial es estimado mejor que los otros porque sus características físicas, intelectuales o de otra índole se consideran mejor que en los demás grupos raciales.
Hasta donde se sabe, el discurrimiento del ser humano y su división en razas de una forma científica comienza con el botánico, medico y zoólogo sueco Carl von Linné. Fue creador de sistemas entre otros para ordenar las plantas según su sistema sexual, que se conoce como taxomía. Linne no tardó en aplicar su sistema al ser humano dejando para el mismo cuatro divisiones que se denominan de la siguiente forma: homo americanus; homos europaeus; homo asiaticus; homo fer.
Tabla de las razas humanas según Linneo.
En el siglo XIX surge una personalidad francesa que se convertirá en el padre de lo que se llama el racismo moderno. Josef Arthur de Gobineau, un francés que ejerció la carrera de diplomático en muchos países, entre ellos Suecia, y que expondría la tesis de que los que sería el precursor del racismo moderno. De Gobineau sostendría en sus trabajos tesis tales en donde la raza aria que habita en el norte de Europa sería por sus características físicas e intelectuales la superior al resto de la humanidad y esto, le daba el privilegio a la misma de reinar sobre las otras razas. Las teorías de de Gobineau sería uno de los fuertes ingredientes para la ideología del Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes en la década del 30 del pasado siglo.
Otros importantes aportes a la biología racial en Suecia lo harán Anders Retzius (1796 – 1860) y su hijo Gustaf Retzius (1842 – 1919). Al primero, Anders Retzius se le conoce como el padre de la medición de los cráneos, lanzando el concepto de “el índice de las cabezas”. Según la teoría de Retzius padre existes tres tipos de medidas de cráneos y desde tales medidas se puede identificar por ejemplo cuales hombres pertenecen a la raza pura germánica. Las tribus germánicas que lograron llegar a Escandinavia se habrían mezclado entre los habitantes que estos encontraron, llamados Samer y que según parece emigraron mucho antes de algún lugar de Asia. Los samer parecen estar emparentados con los habitantes del norte de Rusia y Siberia.
Gustaf Retzius midiendo un samer.
En cuanto al joven Retzius, seguirá los pasos del padre, se convertiría en uno de los perfiles mas sobresalientes del Instituto Karolinska de medicina, el más prestigioso de Suecia. En 1873 fue uno de los fundadores de la Asociación de Antropología y Geografía Sueca, y en nombre de la ciencia se uso esta asociación para miles de mediciones de cráneos.
Parte de la herencia que dejarían tras de sí estos científicos fue poner a Suecia como uno de los países lideres en lo que se refiere a la higiene racial, dejando así el fundamento para que surgiera en 1909 la Asociación de la Higiene Racial. Herencia que sería retomada por el médico Herman Lundbron, quien en 1922 transformaría la asociación de higiene racial en el Instituto Estatal de Biología Racial que tendría su base en la principal ciudad universitaria de toda Escandinavia, Uppsala.
Edificio que fuera la cede del Instituto de Biologia Racial de Uppsala, a pocos metros del Aula Magna.
La función que cumplía el Instituto Racial era los de mantener y controlar la higiene racial, lo que se traduce como el mantenimiento de los hombres y mujeres de esta nación sanos y libres de cualquier “deficiencia” genética o física. La praxis usada para mantener esta perfección social era entre otro el de las esterilizaciones a todas aquellas personas que eran consideradas como antisociales o con retrazo mental, entre otras. Se conoce de casos de esterilizaciones forzadas a gitanos. Todas estas personas, según las apreciaciones del estado sueco a través del Instituto Racial, no tenían el derecho de reproducirse por el peligro social que podían significar.
Uno se puede preguntar cual era el objetivo que perseguía el estado sueco con estás practicas, la respuesta se ve claramente en el ideario utilitarista que tiene sus raíces en la Ilustración, la posterior Revolución Francesa y del racionalismo surgido después de estos fenómenos históricos. En este caso la respuesta es que el estado sueco preparaba una masa de hombres y mujeres que físicamente pudieran hacerle frente a las exigencias de la industria, hombres y mujeres sanos y fuertes, también serviles a las ideologías que se iban estableciendo.
Monumento a las victimas del Holocausto, sinagoga mayor de Estocolmo.
Hay que ver también que aunque estaba involucrada en el proyecto del Instituto Estatal de Biología Racial, no se puede decir que este instituto respondiera a una cuestión científica en la realidad. Más bien se puede formular la situación de la ciencia frente a este proyecto de la siguiente manera, que el proyecto de biología racial de Suecia más que todo uso a la ciencia y dispuso de métodos científicos para legitimar prejuicios con los que la sociedad sueca seguramente habrá convivido durante cientos de años. Esto mismo se puede decir del manejo de la biología racial en la Alemania nacional socialista de los años 30.
Una de las consecuencias éticas de la biología racial es que altera la concepción del hombre, de un ser creado a imagen y semejanza de Dios (si se piensa en la Europa supuestamente cristiana de aquella época) a un animal fruto de la evolución, o de la categorización “científica” del hombre en razas superiores o inferiores. Quien determina quienes son los de las categorías inferiores son por supuesto aquellos que detentan el poder. Estandarte del Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores.
El nacional socialismo alemán tiene entre los grandes iluminados de la biología racial el medico y antropólogo Josef Mengele. Vale la señalar que Mengele fue antropólogo además de médico, todo un científico, defendió su tesis de doctor en antropología con el tema las diferencias raciales en la disposición de la mandíbula superior, que nada lejos estaba de los Retzius, los medidores de cráneos suecos. Claro está, a este eminente científico le esperaba más que un hospital o algún centro de enseñanza, un instituto de higiene racial, Instituto de Biología Hereditaria e Higiene Racial de la Universidad de Francfort. Su carrera es también conocida por sus experimentos en el campo de concentración de Auschwitz, en el que se le otorgó el titulo de “Ángel de la Muerte”, ya que era él quien seleccionaba quienes eran seleccionados para el trabajo forzado o las investigaciones y quienes para ir directamente a las cámaras de gas.
La biología racial no es solo un fenómeno europeo, el Japón imperial se enrolaría en un proyecto al que llamará Escuadrón 731, estaba catalogado como secreto, para experimentar con seres humanos en el desarrollo de armas biológicas, además de hacer experimentos médicos con personas vivas. Los japoneses no dejaron a los europeos atrás inventando instituciones científicas, el proyecto que encubría al Escuadrón 731 se le llamaba Laboratorio de Investigación y Prevención Epidémica del Ministerio Político Kempeitai. Al proyecto Escuadrón 731 se le debe la muerte de ciento de miles de chinos, coreanos, rusos, americanos y de demás nacionalidades. Los experimentos se realizaron con personas vivas a las que se les abría y se les extraía los órganos internos.
Escuadrón 731 viene a ser como los SS japoneses. La función que se le guardaba era, aparte de los experimentos con seres humanos, promover las teorías que sustentaban la ideología imperialista japonesa. Teorías que como las europeas sustentaban la tesis de la superioridad racial, en el caso de Escuadrón 731 la de los japoneses.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial al menos una de las potencias victoriosas se interesó por el resultado de muchos de los experimentos que se realizaron por parte de los científicos alemanes y japoneses. Los Estados Unidos concedieron inmunidad a muchos de los científicos japoneses del Escuadrón 731 a cambio de que estos proporcionaran datos de los experimentos de armas químicas y bacteriológicas. Mejor suerte tuvieron muchos científicos alemanes que participaron activamente en experimentos con armas atómicas, químicas, biológicas, y médicos. Los Estados Unidos les abrió sus puertas para que entraran, dándoles un tratamiento preferencial, aun cuando eran enemigos jurados.
El espíritu de la biología racial, que es la perfección física del ser humano ha trascendido las fronteras de la Segunda Guerra Mundial y vive bajo simulados mantos que hoy llaman progreso. Podemos pensar por ejemplo en la manipulación de las células madres que se extraen de los embriones abortados y en la muerte asistida. En estos dos fenómenos, aunque no están regidos hoy día por una ideología racista como la del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán de Hitler o la del Ejercito Imperial de Japón, no ha dejado atrás la forma de ver al ser humano, como una materia prima, como un objeto. Se sigue interviniendo en el mismo, experimentando con el mismo, en el caso de las células madres, o eliminándolo cuando ya no es un ente productivo, como cuando se propaga por la muerte asistida, o se comete un acto de muerte asistida.
El mundo de hoy necesita un cambio de la visión que se tiene del ser humano. Hay que cambiar esa imagen utilitarista y mecánica del hombre que ha impregnado la ciencia ya por mas de 200 años, desde la Ilustración y la Revolución Francesa hasta nuestros días. El reto más importante que tiene la humanidad hoy día es darle un rostro humano al racionalismo para que este no vuelva a cometer los mismos errores como los cometidos en la Biología Racial, y así dignificar la razón como lo que es, algo, no que destruye al ser humano, sino que lo dignifica.