sábado, 19 de junio de 2010

Fenómeno de la realeza: ¿Por qué los demócratas admiran a los reyes?

En esta ciudad de Estocolmo se ha formado un ajetreo de madre con esto de la boda de la princesa Victoria, quien es también heredera al trono de Suecia. Pero vale preguntarse por qué en unos de los países al que se le designa como uno de los más democráticos del mundo pueda existir una elite que conserve privilegios quedados atrás en la historia. No solo lo de democrático sino también hay que reconocer que a Suecia, y principalmente al pueblo sueco, transcienden sus fronteras nacionales como un pueblo de mucha conciencia en la igualdad social.

Símbolo de la casa real y del estado sueco.

Esta es una pregunta que tiene una respuesta muy compleja. Miremos nada más los países llamados democráticos o de tradición democrática de occidente, sin contar Francia y Alemania por su puesto. Inglaterra, Holanda, Dinamarca, Bélgica, España, Luxemburgo, Mónaco, todos son ejemplos de países democráticos y al mismo tiempo subsisten los reyes y los príncipes como figuras supremas. Bueno, tampoco podemos olvidar el Vaticano, pero en este caso hay que aclarar que en ese estado posiblemente no haya mucha gente que esté a favor de una sustitución del orden eclesiástico por uno parlamentario, aunque no se dejan de escuchar voces.

Pienso en el caso de España, uno de los que me queda más cerca, un país que por general tiene dado un giro a la izquierda liberal, pero al mismo tiempo no se cansa la media de tener entre sus primeras planas la vida y milagro de los reyes, los príncipes, los condes y las condesas. Y no miremos a Inglaterra, una de las democracias más viejas del mundo, que basta que alguien en la casa real dé un resbalón para que la atención de la nación y no menos del mundo se vuelva en torno a la reina, príncipe o princesa.


Capilla mortuoria del conde Carl Gustav Wrangler en la iglesia de
Skokloster, provincia de Uppsala.

No pensemos solo en los europeos, muchos de los asiáticos que emigran a Suecia padecen del mismo síndrome. Si se quiere reconocer un restaurante o una casa de masaje, u otro local comercial tailandés en Estocolmo tiene uno tres variante, uno por que lo dice en algunos de los anuncios, otro por la bandera y el tercero por la foto de los reyes.

Rey de Tailandia

En la Biblia también viene reflejado la problemática del rey. Antes de la salida del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto de los reyes que se habla son de Melquisedec, rey de Salem, y al mismo tiempo sacerdote. Los faraones, una especie de medios dioses, y algunos reyes que se nombran de los pueblos con los que el patriarca Abraham y sus descendientes hasta Jacob y su hijo José. La liberación de la servidumbre y el peregrinar por el desierto conformó, según el libro del Éxodo, como debía ser la vida del pueblo de Israel en lo adelante. Como pueblo elegido de Dios no sería ni se comportaría como los otros, no tendrían otro Dios que el mismo Yahvé y además su organización social sería diferente, en vez de reyes serán doce jueces. Aunque no tardaría el pueblo elegido en tratar de parecerse a sus vecinos y exigir que se constituya a un rey.

Uno se puede preguntar también cómo es que funciona el fenómeno este de la realeza. Mi impresión personal es que ya desde niño uno sufre de un adoctrinamiento sutil que viene enmascarado en las historias infantiles. Quien puede deshacerse de las historias de Blanca Nieves, La bella durmiente, el de la rana que se convierte en princesa, Ivanhoe, y muchas otras tantas que colorean y alegran la fantasía infantil. Es imposible, una vez leídas queda en el subconsciente lo glamoroso, lo fantástico y lo bueno que son los reyes, los príncipes y las princesas. Quizá esta una de las respuestas a la cuestión de por qué cientos de miles de personas de mentalidad igualitaria y democrática salgan a las calles a festejar a sus reyes.


Sala de los reyes, palacio de Skokloster

Nada, que la historia muestra que el fenómeno de la realeza es algo que muy fuerte vive impregnado en las gentes. La pregunta no es tanto que ellos existan o no, sino por qué millones de personas viven para poner su atención sobre la realeza cuando las circunstancias y la media lo indiquen.

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