martes, 12 de enero de 2010

Amnesia del dolor: conexión de la Primera con la Segunda Guerra Mundial

Una de las guerras más genocidas que le ha tocado vivir a la humanidad y de la cual se habla muy poco es la Primera Guerra Mundial. El escenario en donde se desarrollo fue Europa, en donde se enfrentaron las potencias de aquella época. Sería entonces la primera vez que una potencia no-europea por primera vez le sacara las castañas del fuego a los europeos, los Estados Unidos de Norteamérica. Entre los años 1914 y 1918 se masacraban en fangosas trincheras millones de seres humanos.

Muy poco se habla de los efectos que dejan las guerras tras de sí, la tragedia humana y el dolor inconsolable de las familias que han perdido a sus seres queridos. La Primera Guerra Mundial dejó una gran secuela en las sociedades europeas, no sólo en las vencidas también en las vencedoras. La historia necesita de soldados muertos heroicamente aunque no deja lugar reservado para los que sobreviven las batallas mutiladas o quedan inválidos.

Versión inglesa del libro, un gran suceso en Gran Bretaña y Estados Unidos.

En el año 2002 el doctor en historia Jean-Yves Le Namur y profesor en la universidad de Aix-en-Provence realiza una investigación sobre el caso de uno de los soldados sobrevivientes de la Primera Guerra Mundial. Anthelm Mangin, el hombre que se convirtió en el soldado desconocido viviente, que mantendría vivo las horrendas consecuencias de la guerra años después de esta terminada.

El libro de Jean-Yves Le Namur tiene como titulo en idioma sueco “El soldado desconocido viviente, un relato sobre el luto y la Primera Guerra Mundial” (Le soldat inconnu vivant en el idioma original), publicado por la editorial “Historiska Media” en el 2006. Jean_Yvez describe la historia de un hombre que vuelve de la guerra y que es encontrado en uno de los andenes de la estación de trenes de Lyon, el 1 de febrero de 1918, sin poder responder quién es él. Esto daría pie a una gran cantidad de descripciones en la prensa que a veces serían contradictorias y romantizadas. Se piensa que Anthelm Mangin dejó Alemania con un grupo de prisioneros inválidos o heridos de gravedad que llegó a Lyon vía Suiza.

La suerte de Anthelm Mangin no se diferencia de la de los más de 250 000 soldados franceses dados por desaparecidos. De ellos no queda más que la información que desaparecieron. Es la misma cantidad de familias en donde se extendió el silencio y el tratamiento del dolor se hizo más difícil a causa de la falta de los cuerpos e información.

Desde 1914 hasta 1918 desaparecieron más de 250 000 soldados franceses sin dejar huella alguna.

La situación de la Francia de la post guerra convierte a Anthelm Mangin en un desaparecido que milagrosamente retorna a la vida, enciende una llama esperanzadora y materializa el dolor de aquellos que no aceptan el luto. Mangin se convierte en un símbolo que muestra el dolor en las familias de los desaparecidos, sobretodo cuando muchas de ellas lucharon por reconocerlo.

La destino de los que desaparecieron en la guerra le dio vida a un tema literario que se basaba en el retorno de los mismos. Fue muy acogido a partir de 1918 y subraya cuan criminal e insatisfechos los vivos se sintieron en relación con aquellos que murieron en la guerra. Este no es un tema nuevo en la literatura francesa ya el escritor Honore de Balzacs, en su novela el coronel Charbert. La historia que se cuenta es la de un coronel que se da por muerto en el campo de batalla en 1807, la esposa reinicia su vida volviendose a casar. El inesperado regreso del coronel pone en peligro la felicidad ganada por la señora quien pone sus encantos para evitar el escandalo. Charbert por su parte elige vivir una vida anonima y en la pobreza.

El trauma que causa para los familiares la desaparición de un ser querido en la guerra es una tragedia inigualable. Las madres, esposas, hermanas y amigos de los cientos de miles de soldados desaparecidos nunca tendrán una noticia de la suerte que le aconteció a sus seres queridos. El dolor se centra sobre todo en el despojo del cuerpo del familiar ya que no hay ni noticia del lugar en donde se encuentran. Éste es el fundamento que Jean-Yves muestra para entender porque la figura de Anthelm Mangin despertara tantas pasiones entre los franceses. Al publicarse fotos de Mangin en la prensa muchos buscaban un parecido con sus familiares desaparecidos pues no aceptaban la idea de que sus familiares hubieran muerto.

La Primera Guerra Mundial tiene como novedad que traslada en los familiares el miedo a la muerte a una desesperación sin fin por la falta de noticias de sus seres queridos en el frente. La guerra engulle a los individuos dejando atrás a los familiares en una total incertidumbre. La situación del frente obligaba a dejar muchos cuerpos en la tierra de nadie, las condiciones y el paso del tiempo, la descomposición o la situación misma de los cuerpos haría aun más difícil la tarea de la identificación. Puede denominarse la misma como la primera guerra tecnológica de la humanidad ya que las máquinas jugaron un papel importante.

La desaparición total i sin rastro del ser querido nunca llega aceptarse, muchos se vuelcan al ocultismo en un esfuerzo de, aunque sea desde el más allá, tener alguna noticia de sus familiares. Muchos de los que tratan de mover el muro de silencio, incertidumbre y dolor se vuelven a los espiritistas para contactar a sus familiares, pues mantienen firme la idea de que los mismos viven. No falta según la descripción en el libro, aquellos que se aprovechan de la situación para obtener, mediando entre el mundo de los vivos y el más allá, algún beneficio económico.

La idea de Jean-Yves es señalar, entre otras cosas la importancia de la memoria, sobretodo la perdida de ésta después de la Primera Guerra Mundial. Para vivir no solo son necesarias las funciones vitales y orgánicas sino la identidad que corresponde también a la persona viva. La identidad está fuertemente ligada a la memoria y sin memoria no se sostiene ninguna identidad.

La pérdida de la memoria puede llevar a un conflicto cuando ésta se usa como un medio de liberación. La realidad puede parecer horrenda que el único camino que queda es olvidar. Cuando esto pasa surge el peligro que lo que se trata de olvidar reaparezca aun de una forma más horrenda. Quizás esta sea una de las causas que dieron paso a los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Se trata muchas veces de manejar la Segunda Guerra Mundial como si la misma fuera un hecho en la historia aislado, como si los horrores que allí se cometieron solo fueran parte de la idea enferma de Hitler y no ver que ya esos mismos horrores se cometieron en las trincheras de la Primera Guerra Mundial.

A los que perdieron la memoria se les consideró como afortunados, como al mismo Anthelm Mangin, ya que afectados en la capacidad de recordar se consideraban los únicos individuos libres. Liberados por el olvido de los horrores de la guerra.

En estudio de Jean-Yves Le Naour muestra también el juego político que el tema de los muertos y los desaparecidos entró en el espacio de la política francesa del periodo de entre las dos guerras mundiales. Las manipulaciones de los políticos para ganar la simpatía de los votantes, los oportunismos y muchas veces las muestras de insensibilidad de los políticos hacia el dolor del pueblo.

El único vencedor de las guerras:  el dolor y la muerte.

La historia del soldado amnésico Anthelm Mangin nos invita a reflexionar sobre todas esas conexiones históricas que muchas veces las sociedades quieren olvidar, pero que el mismo Magin desde su posición nos la recuerda. El problema no es solo europeo, pensemos cuanto sufrimiento aun guardado de la tragedia que significó para muchas familias cubanas la guerra de Angola y Etiopia, países en donde tantos cubanos dejaron sus vidas. Habrá que preguntarse si es una historia a la que se ha puesto punto final, y por consiguiente olvidada. De las guerras solo se nombra las glorias de los vencedores o las ventajas que los perdedores puedan sacarle. ¿Habrá en Cuba la madurez para hacer un trabajo como el de Jean-Yvez Le Naour que trate las guerras que en estos últimos 150 años nos han tocado vivir y abrir la memoria de los traumas que estas guerras han dejado a la nación cubana? ¿Cuándo tendremos la madures de hablar de nuestros Anthelm Mangin, nuestros soldados desconocidos vivientes?

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