Tuve la oportunidad de ver el filme Schutter Island del realizador Martin Scorcerse. Hace poco que se ha estrenado en los cines de Suecia, aunque a la cinta no se le ha dado la misma publicidad como por ejemplo al filme “Sex and the City” o “Ironman 2”. En silencio ha pasado por estas tierras escandinavas aunque no sin ser percibido por los que saben valorar las verdaderas obras de arte cinematográfico.
La trama es sencilla, puede decirse, al agente federal Teddy Daniel, interpretado por Leonardo DiCapiro, se le da la misión de visitar un centro penitenciario para criminales de alta peligrosidad y al mismo tiempo enfermos mentales, para resolver la fuga de una de sus pacientes que supuestamente se ha fugado.
La trama transcurre a principio de los 50, en plena guerra fría y bajo la influencia del marcartismo y su Comité de Actividades Antinorteamericanas. La isla, sirve como asentamiento para un antiguo fuerte construido tras la guerra civil americana, sirve como prisión y al mismo tiempo de hospital psiquiátrico. En este centro medico penitenciario se trabaja con métodos innovadores dirigidos, según muestra la película, por un profesor alemán al que se trata de conectar con los nacional socialistas y un jefe de prisión que por su aspecto recuerda al héroe de la historia a un militar. Mejor gancho para el espectador ni soñado.
Lo mejor es el contenido de la película comparable muy bien con la genial obra del primer film de “Matrix”, ya que al igual que “Matrix” desarrolla “Shutter Island” la problemática de cómo determinar la realidad y quien determina la realidad. Aunque aquí en “Shutter Island” el director Scorsese supera a “Matrix” en añadiendo un dialogo ético-moral que tiene un desenlace que deja una enseñanza al espectador. La película está basada en el libro de Denis Lahane del mismo nombre. '
Cuatro momentos de la película que considero importante. Uno, el héroe de la película tiene una conversación con el jefe de la prisión que trasmite una idea sobre la violencia. La violencia es un elemento constitutivo del ser humano y con ella se alaba a Dios. El hombre la recibe para enfrentarse a los demás hombre en una especie de competición en la que el más fuerte siempre va a imponerse.
Otros dos momentos son los encuentros con uno de los psiquiatras del hospital prisión. En uno de ello se le trata de convencer al héroe de que él es otra persona y de que es un enfermo mental. Aunque éste sabe que todo es una conspiración, se puede decir, que va dirigida contra su propia personalidad. El otro momento es cuando este mismo psiquiatra trata de convencer, o más bien imponer, al héroe lo que en ese lugar se tiene por “realidad”.
Y el cuarto momento, el encuentro del héroe con la supuesta paciente que se ha escapado, que resulta ser una de las psiquiatras del lugar que ha descubierto en que consistían los tratamientos innovadores que se le aplicaban a los pacientes. Está mujer hace un llamado al héroe para que no se deje caer en manos de la maquinaria del hospital que está por convertirlo en un paciente. Sólo bastara que los psiquiatras encuentren una experiencia traumática en su vida para que ello sirva de argumento para declarar que sufre de una enfermedad mental debido a eso.
Con esto logra Scorsese una muy refina y puntera critica a nuestra sociedad post-moderna, uno la ideología del que vencerá y se impondrá el más fuerte. Los procesos de despersonalización que sufre el hombre moderno a manos de las diferentes ideologías que imperan en la sociedad actual. Lo que es real es siempre determinado por quienes tienen el poder a través de los mecanismos de propaganda o de represión, es decir que es una imposición. A las personas se les define según los intereses políticos o económicos existentes. Darse cuenta de que las cosas y la realidad son tal como son cuesta ser reducido al mínimo de la escala humana, como el caso de la doctora convertida en paciente que tendrá que pasar el resto de sus días en una caverna aislada de la isla para lograr escapar de ser convertida en un paciente.
La película no muestra nada nuevo, al menos si uno viene de Cuba y ha vivido el sistema imperante ahí. Por supuesto que la película tiene sus similitudes con Cuba, una isla prisión y sanatorio en la que un grupo determina quien es cada cual: “un revolucionario verdadero”, o “un gusano”, o “un enemigo de la revolución”, o “un mercenario”, etc. También puede determinar que es la realidad que estamos viviendo, “todos somos felices aquí” cuando no tenemos ni que comer, “por cuenta del bloqueo” no crecen los mangos ni las malangas, aunque “se ha logrado la justicia social” cuando si no tienes dólares no tienes derecho a comprar medicinas. Basta que se cuestione esta ontología oficial para que el peso del mecanismo del estado caiga sobre el que cuestiona que esa sea la realidad.
Encuentro del héroe, agente Teddy Daniel con los dos psiquiatras que dirigen el proyecto en la prisión-hospital
El hospital-prisión y sus métodos represivos no están muy lejos de parecerse a los mecanismos represivos del estado de Cuba. Verdad que hay una analogía muy cercana a Cuba, Vietnam, China, Nordcorea, etc, pero vale preguntarse que si la historia de “Shutter Island” transcurre en Estados Unidos, ¿no será que el realizador nos quiere decir algo? Muchos de los que dejamos Cuba tratando de encontrar un mundo diferente al final tenemos que aceptar que donde quiera que vayamos en mayor o menor medida tendremos que vivir bajo un estado, y que los estados, en mayor o menor medida como el cubano, son los que determinan la realidad de las cosas. Piense nada más en la idea de cuestionar si vivimos en una verdadera democracia o si son los ideales de libertad y respecto los que imperan en las sociedades occidentales, y hasta que nivel se puede cuestionar que así sea.
“Shutter Island”, la isla de donde no se sale.
Claro, yo no digo que fuera de Cuba sea lo mismo que en Cuba, aunque si hay fenómenos muy parecidos. Una formulación mejor sería, si en Cuba hay un solo comunismo permitido en el extranjeros, en los supuestos países democráticos hay muchos comunismos que conviven entre sí que son las empresas capitalistas mismas. Si hay alguna duda preguntad a los obreros cubanos de Miami si no experimentan lo mismo con sus patrones. También puede preguntársele a aquellos que traten de interponerse a los intereses del estado americano, por ejemplo olvidar pagar los impuestos. Así pasa también en todo el mundo.
En Suecia el filme “Shutte Island” es también muy disidente y puede decirse que es casi un milagro que se haya mantenido, aunque en silencio, tanto tiempo en pantalla. Digo Suecia por su particularidad de tener un ejército de psicólogos dispuestos a tomar a todo aquel que caiga en una situación de crisis para darle una buena lavada de cerebro al estilo de la película. Nada, que es muy estimulante que un reconocido director de cine haya puesto el dedo sobre la yaga de la sociedad post-moderna y hecho una verdadera obra de arte disidente, mi mas profundo deseo es que esta película pueda ser vista en Cuba.
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