Existen signos en la sociedad cubana que hablan de una más creciente libertad religiosa en Cuba. Las expresiones de creencias se hacen cada vez más y más frecuentes, los templos católicos y protestantes se reabren y las procesiones religiosas se abren camino entre las calles de los pueblos y las ciudades cubanas.
Los tiempos en que la religión se le perseguía abiertamente, es decir los 60, 70 y 80 parecen ser cosa del pasado, claro que no ha sido igual al cambio que se dio como cuando el emperador Constantino, pero al menos creer en algo que no sea la revolución ya no es penado.
El 17 de junio pasado llegaron las reliquias de san Juan Bosco a la ciudad de Santiago de Cuba y desde ahí emprendería un recorrido por ciudades de la Isla. La visita se convirtió en una masiva muestra de fe y al mismo tiempo de apertura religiosa, que habla por sí sola de los cambios que han sucedido en Cuba.
Reliquias de san Juan Bosco. foto Blanca
No obstante este espacio significante que la religión en Cuba ha logrado en estos últimos tiempos, claro que no es bien visto por los que detentan el poder en Cuba. Primeramente por el espacio físico que pierden que lo gana la religión en las calles, por otro el espacio ideológico. No es solo un espacio que se gana al materialismo dialéctico sino que también es un espacio para construir en lo que se ha destruido Cuba que son los principios éticos básicos en las personas.
En la sociedad cubana no ha habido en estos cincuenta años no ha habido una alternativa al sistema imperante que pueda llegar con un mensaje alternativo de forma masiva como lo hace la religión con la Iglesia Católica en la punta. La religión es también una alternativa al anticastrismo con grupos del exilio instalados en Miami que esperan por un cambio apocalíptico al estilo del 1 de enero del 59.
La alternativa católica es romper con la legitimidad de la violencia y la confrontación como arma política. La historia de Cuba está llena de esas soluciones violentas de las que sólo han resultado más violencia, y como siempre es el pueblo quien paga con los sufrimientos. La solución violenta es todavía un negocio muy lucrativo tanto para el oficialismo, que astutamente logra en la mayoría de los casos aparecer como victima, y también los que dicen tratar de derrocar ese régimen.
La acción y la intención reconciliadora de la Iglesia Católica en Cuba se ha ganado en más de una ocasión la condena y los ataques del exilio duro que espera por desembarcar en alguna playa cubana para liberar a Cuba del castrismo.
Los últimos acontecimientos en, la liberación de presos políticos y las conversaciones con el gobierno, en el que la Iglesia se ha desempeñado actor, le han valido para ganarse los ataques de los grupos anticastristas. Atacar a la Iglesia Católica tratando de dar la imagen errónea de que es cómplice del régimen, sea el que sea, no es nada nuevo en Cuba.
En el libro “Fidel y la Religión”, fruto de un encuentro entre el dominico brasileño Frei Betto y Fidel Castro en el año 1985, el gobernante cubano haría alguna declaraciones sobre la Iglesia en Cuba. A la pregunta de Betto de cómo eran las relaciones con la Iglesia al principio de la revolución, dirá Fidel refiriéndose al cardenal Manuel Arteaga para de una manera sutil tratar de colocarlo como sostenedor de la dictadura de Batista:
“Ahora en primer lugar que después fue cardenal – creo que lo habían hecho cardenal antes de la Revolución – tenía excelentes relaciones oficiales con la dictadura de Batista.”
Cardenal Manuel Arteaga
Unos años más adelante, en el 2000, en el libro “Operación Peter Pan, un caso de guerra psicológica contra Cuba”, (Editorial Politica/La Habana 2000) se acusaría al mismo cardenal Arteaga de agente de la CIA y además de conspirador contra el naciente sistema totalitario.
Hay una diferencia de casi cincuenta años entre los cardenales Manuel Arteaga y Jaime Ortega. Hay marcadas diferencias entre las acusaciones que se le imputaron al primero y en las que se le hacen a este último, aunque existe un denominador común en los dos casos, el objetivo que se persigue con estas acusaciones: la desarticulación de la Iglesia en Cuba.
Uno de los valores que tiene el libro Operación Peter Pan antes mencionado es que se reconoce que el conflicto que se vivió en Cuba a principios de la Revolución con la Iglesia resucitaba los fantasmas de la Guerra Civil Española. En Cuba los comunistas ganaron la revancha.
Estos ataques tan violentos contra la Iglesia Católica en Cuba no hacen más que revivir los fantasmas del principio de la Revolución. ¿Tendrá que esperar la Iglesia la reposición del programa “Covadonga” y ver de nuevo a cientos de sacerdotes, religiosos y religiosas abandonar el país voluntariamente, por decreto del nuevo régimen? No se ve otra invitación en el horizonte.
En la historia de la Iglesia en Cuba, cuando se escriba sobre su transito por el castrismo tendrá que reconocerse la figura de estos dos cardenales. Defensores de la Iglesia, de los valores de la misma, y de su compromiso social resumido en la Doctrina Social de la Iglesia.
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