En Forum para la Historia Viva ha organizado una muestra sobre la tragedia vivida por el pueblo de Cambodia bajo el régimen de Pol Pot y la ayuda y el apoyo que recibió desde Suecia este sistema genocida. A la muestra se le ha llamado “Middag med Pol Pot” (Cena con Pol Pot) y cuenta con una amplia muestra fotográfica de los lugares que funcionaron como centros de tortura y de muerte. Además de la muestra de objeto personales de camboyanos que terminaron sus días en manos de los esbirros de Pol Pot.
Cooperantes suecos con Pol Pot de visita a Kampuchea en momentos que se cometía el genocidio.
Otra parte de la muestra estaba compuesta por material audiovisual, emisiones de radio de la epoca de la entrada de Pol Pot a la capital camboyana, así como las noticias que emitieron los noticieros suecos sobre el suceso. Entre el material audiovisual estaba el filme “Jag drömde om Pol Pot” (Yo soñé con Pol Pot), de los realizadores Julia Stanislawska y Michael Krotkiewski, filme que es de cierta manera el centro de la muestra.
En 1978 una delegacion de cuatro suecos parte para Camboya, entonces por obra del gobernante Pol Pot convertida en Kampuchea, para entrevistar al mismo. Entre ellos se encontraba un destacado intelectual comunista Jan Myrdal y el fotografo Gunnar Bergström, además de dos personas más pertenecientes a la asociación de amistad sueco – kampucheana.
La invitación de Pol Pot a estos jóvenes comunistas se basaba en que se le diera al mundo una visión de la sociedad perfecta y de que ésta era una realidad. El objetivo era propagandístico y trataba con ello tratar de desmentir las informaciones que se estaban diseminando por el mundo a través de los refugiados de las torturas y las hambrunas. Con un documental realizado a partir de esta misma visita las historias sobre las torturas y el exterminio de la población se esperaba reducir a solo “propaganda imperialista” contra el pueblo camboyano.'
Instrumentos de tortura utilizados por los verdugos de Pol Pot.
Cuando el grupo llegó a Suecia y el documental que estos realizaron se paso por la tv estatal se siguió desmintiendo el testimonio de los refugiados sobre el genocidio al que se estaba sumiendo al pueblo en Kampuchea. Todo lo que se describía de Kampuchea era una sociedad rural donde un pueblo trabajaba por un futuro más luminoso. Ahí destacar y no pasar por alto el detalle importante de que este documental fue financiado por la televisión estatal sueca y mostrado en ella.
Después de treinta años Gunnar Börgström retorna a Camboya, y es ahí donde Michael Krokiewski y Julia Stannislawska del instituto de artes dramáticas realizan la filmación de la confrontación de Gunnar Börgström con que el holocausto de Kampuchea fue una realidad.
El documental da un cierto aliento de repulsión hacia una persona que acepta que vio ciertos indicios que señalaba hacia las muertes masivas. Bergström no se decide por aceptar la realidad porque como el mismo dice le era muy difícil romper concierta barrera psicológica que lo llevaba a hacerse participe de la propaganda hacia aquel régimen. Muchas imágenes tomadas en 1978 asegura Bergström mostraban ciudades o partes de las ciudades arrasadas, imágenes que fueron censuradas después y nunca mostradas.
En el filme Bergström realiza un acto de contrición, se arrepiente de haberse convertido en aquel momento en un instrumento al servicio de Pol Pot. Reconoce su militancia maoísta aunque asegura que no creía en el maoísmo y en el régimen de Pol Pot no por estar de acuerdos de que se masacrara a tantas personas sino todo lo contrario.
Si Bergström hace un acto de contriccion Jan Myrald uno de los miembros de la delegación sueca que visitó personalmente a Pol Pot, no da muestra de arrepentimiento, y si aun hoy dia trata de defender el genocidio cometido. El 10 de septiembre pasado, en los días que se abría la muestra de Camboya, y en el editorial del diario “Svenska Dagblade” denunciaría como desde Suecia se apoyo los desmanes que se cometían en las tierras indochinas.
Per Gudmunson, quien es el autor del articulo señala que por primera vez se trata de la amorosa relación que hubo entre Suecia hacia el genocidio de los khmer rojos y esta se discute y examina profundamente. A pesar de que el genocidio de Pol Pot aniquiló una quinta parte de la población de Kampuchea gran parte la elite líder de Suecia apoyó a ese régimen. Que haya quienes estén interesados por estas cuestiones a pesar de la mala información que hay sobre los hechos acontecidos en Kampuchea, pero como asegura Gudmunson estos hechos se están redescubriendo por personas que han nacido en los años 80.
Las criticas sobre la muestra del genocidio en Kampuchea y del apoyo desde Suecia a tal regimen no se han hecho esperar. Las criticas señalan la exposición como un ataque al señor Jan Myrdal, el defensor de los Pol Pot aprovechándose de los fondos estatales.
Integrantes de la delegación sueca invitada por Pol Pot en Kampuchea. Jan Myrdal a la derecha, Gunnar Bergström al medio de las dos mujeres.
Para Gudmunson Suecia cerró los ojos entonces a la tragedia de Kampuchea. Los observadores que se dejaron entrar en los tres años que duró la pesadilla de Pol Pot fue uno sueco, que Gudmunson lo señala como el embajador sueco en Bangkok Jean Christophe Öberg y Kaj Björk en Pekín. Los dos enviados hablaron muy positivo del desarrollo que se estaba realizando en el país. En cuanto a los testimonios de los refugiados se les restó importancia y se les vertió una sombra de sospecha sobre ellos. También se hicieron cómplices de los delitos de Pol Pot la ministra de cooperación sueca de entonces Gertrud Sigurdsen y la parlamentaria socialdemócrata Birgitta Dahl, ellas coincidieron con las afirmaciones de los diplomáticos suecos además de que públicamente dijeron que los testimonios de terror dados por los refugiados era en gran parte mentiras.
La asociación de amistad Suecia – Kampuchea no se limitó solamente a difundir esa propaganda por la televisión estatal sueca. Si uno investiga un poco en los archivos de las bibliotecas de Suecia encontrará una gran cantidad de artículos periodísticos en importantes publicaciones. Un ejemplo de ello son unos amplios reportajes que aparecieron en la revista “Folket i bild” (El pueblo en imágenes) números 6 y 7 del año 1978. Estos reportajes se publicaron en el mes de septiembre a poco tiempo de que la delegación de los colaboradores suecos con el régimen de Pol Pot regresara a Suecia.
El autor de uno de los reportajes es el mismo Jan Mirald,(quien mantenía muy estrechos lazos con esta revista “Folket i bild”) asegura ahí que pocos periodistas han logrado penetrar en el país de Pol Pot, y entusiasmado asegura que Kampuchea es una sociedad diferente a las demás del mundo.
Representante de Pol Pot en conferencia de No Alineados en La Habana.
Desde perspectiva de género no se diferencia mucho este reportaje de Myrdal al de muchos otros que han y siguen publicandose en la prensa sueca, como por ejemplo los que se publican sobre Cuba por los grupos de izquierda radicales. Antes de Pol Pot era Kampuchea un país lleno de calamidades y necesidades, hambres miserias y toda aquella imagen que se proyecta cuando se quiere hacer propaganda a favor de una dictadura comunista. No se puede negar que los apologetas del comunismo y sobre todo de los sistemas totalitarios saben usar bien la realidad que existía en esas sociedades que antecedieron a la comunista. Es verdad y hay que reconocer que la sociedad anterior a la comunista en Kampuchea era en cierta manera injusta y que reservaba privilegios para unos pocos. Al mismo tiempo hay que reconocer que lo que trajo el comunismo después ha sido una carga mayor de injusticia, desigualdad y crímenes.
Esta construcción se ve bien clara en el artículo de Myrdal, todo lo que está pasando en Kampuchea, hasta lo que esconde de la vista del lector y del espectador sueco se justifica por la pobreza que había anteriormente y por la intervención americana. Es decir que esclavizar a una nación convirtiendo su territorio en una gran cárcel y llevar a su pueblo a un genocidio estaba totalmente justificado.
Jan Myrdal no es un tonto cualquiera y sabía tal como sabía Gunnar Bergström que se estaba cometiendo un genocidio en Kampuchea. Claro está que cuando se hace este tipo de propaganda se trata de legitimar de cierta manera el acto de genocidio de manera conciente. Bergström acepta en el nuevo filme que realizó que los visitantes suecos tenían las suficientes pruebas de lo que estaba sucediendo en Kampuchea.
Jan Myrdal soñaba con una sociedad sin dinero como la de Kampuchea y creo su propia organización de la que usted puede ser miembro pagando 200 coronas suecas todos los años. Además, tiene el premio de su mismo nombre que significa 100 000 coronas suecas.En el sitio oficial de Myrdal puede encontrar algunos anuncios comerciales. Jan Myrdalsällskapet
Jan Myrdal fue considerado el líder intelectual de la organización maoísta de Suecia, es conocido como un intelectual que aunque a principio se mostró critico contra la actuación de las tropas chinas contra los manifestantes de Thianamen, después cambio hacia defender la represion. Pero su historial no queda solo ahí sino que el mismo Myrdal no sólo justificó la condena de los ayatolas de Irán al escritor Salman Rushdie, sino que promovió su ejecución.
Uno se puede preguntar por qué precisamente en Suecia se han dado estos fenómenos de que abiertamente se haya colaborado con régimenes totalitarios y que han cometido actos de genocidio. Por una parte que la izquierda sueca ha tenido estrechos lazos con ideologías como la del nazismo, ejemplo de ello es que por ejemplo figuras representativas del Instituto Racial de Uppsala venían de la socialdemocracia.
El partido comunista de Suecia mantenía contactos directos con los partidos comunistas de Europa del Este y en su tiempo con Stalin. Entre las conexiones de los comunistas suecos con sus “hermanos” se puede contar que Lars Werner, un antiguo líder del partido tenía contacto directo con los comunistas soviéticos en Moscú a quienes visitó, participó este hombre en el congreso del partido de Hungría. Además la dirección del partido sueco estaba representado en los congresos de los siguientes partidos: Rumania, Checoslovaquia, la RDA y Bulgaria. Hasta 1978 habían representantes del partido de la Unión Soviética en los congresos de los comunistas suecos. También hay que nombrar que el actual presidente del partido comunista de Suecia, que ha cambiado su nombre por el de “izquierda”, Lars Ohli es una persona que ha mantenido estrechos lazos con la organización sueco-cubana, el brazo ideológico y propagandístico del castrismo en Suecia.
Que se haga exposición sobre los crímenes de Pol Pot y el sustento de Suecia a este sistema es un paso de avance. Aunque se puede uno preguntar también por qué no sucedió antes. Una respuesta es, quizá las mismas razones que expusiera Gunnar Bergström y que Jan Myrdal se niega a reconocer, el compromiso ideológico estaba por delante y pesaba más que las millones de victimas del genocidio de Pol Pot.
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