Hoy, 17 de diciembre tuve la oportunidad de estar el museo etnográfico de Estocolmo en una visita dirigida que nos llevaría precisamente por lugares del museo que muestran objetos que son considerados en su origen como sagrados. Uno de los momentos importantes del recorrido por los salones del museo fue en el encuentro con la sala dedicada a los aborígenes de Australia. En especial a las colecciones de cráneos y esqueletos se trajo Suecia a principio del siglo pasado cuando una expedición desde este país nórdico a la zona australiana de Kimberley. Los esqueletos tenían por aquel tiempo un valor científico en la materia de biología racial.
León chino en entrada de museo etnográfico de Estocolmo.
El 30 de septiembre del 2004 se entregó a representantes de los grupos aborígenes de los que se les había profanado las tumbas de sus ancestros, las osamentas de unas 15 personas. La ceremonia contó con la presencia del entonces embajador australiano en Suecia Howard Brown. A continuación se realizó en unos de los jardines que rodean al museo una ceremonia de purificación según los ritos de los aborígenes australianos. Estos consideran que cuando se cometió la profanación de las tumbas se creo un balance en la naturaleza, cuando los esqueletos regresen el balance retornaría. A los trabajadores del museo de aquel entonces, que tenían contacto con los esqueletos, se les pidió que participaran en la ceremonia del humo para que cualquier mala influencia que pudiera haber quedado en ellos a causa de los esqueletos, los dejara. Por su puesto que la mayoría de los trabajadores del lugar participaron en el ritual.
Erick Mjöberg
Alguna de las experiencias del ritual las pude escuchar, me sorprendió que los que habían participado en el acto, por lo general ateístas o cristianos, aunque seguramente también agnóstico: Todos sintieron algo. Quizás está historia está cargada de un aire de ocultismo que lo subraya el hecho de que quien lideraba la expedición sueca en Australia, Erick Mjöberg, perdería a su hijo ahogado en los momentos que realizaba las profanaciones. Su muerte se consideraría como trágica, sufriendo alucinaciones y dolores espantosos, a causa del parkinson y medicamentos errados. Otros, como algunos de los que trabajan en el museo etiológico de Estocolmo, según yo los escuché, piensan que su muerte está ligada con un maleficio aborigen.
La historia es en realidad muy interesante, aunque mi reacción es más por como una o varias personas pueden responder ante una situación en que se tratan objetos que tienen supuestos poderes. ¿Será en verdad que existen esos poderes en la naturaleza tal como cada cultura lo formula, o es sólo un estado de sugestión o una experiencia de superstición colectiva? Quizás el museo de etnografía de Estocolmo sea material de estudio, y por que no para una obra más, para el biólogo Richard Dawkins.
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